Al buen Esopo díjole un borrico:
"Por quien soy te suplico,
si en algún cuentecillo me introduces,
que pongas, como debes, en mi labio,
cordura, discreción, lenguaje sabio".
Esopo respondió:
"Yo bien podría fingirte bestia de talento y luces;
pero al ver el solemne desatino,
todo el mundo a uno voz nos llamaría,
el filósofo a tí, y a mí, el pollino".
Es alabar a un necio
locura digna de común desprecio.
0 comentarios:
Publicar un comentario