viernes, 31 de diciembre de 2010

Esta es la historia de Enz, una persona normal y corriente que tiene una vida similar a la del resto de humanos. Es una historia de ficción, cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia.

Enz, al igual que todas las personas de su edad y clase obrera, se despertaba todas las mañanas a las 7:00 para ir a su trabajo. Tomaba su desayuno matutino de cereales y se iba al trabajo. En él pasaba gran parte de su vida. Su trabajo era para él practicamente todo salvo esos fines de semana que iba con su caña a pescar. Disfrutaba trabajando, no tenía tiempo para nada más. No tenía amigos porque según él todas las personas eran malas, no amaba a nadie porque para él el amor era la pérdida de tiempo más absurda de la historia. Tampoco hablaba con nadie porque nadie merecía oir su voz.

Enz creía ser la persona más feliz del planeta por encontrarse en esa situación. Todo esto cambiaría en su vida de repente.

Enz se encontraba un plácido sábado por la noche pescando cuando de repente un cangrejo le dirigió unas palabras

-Buenas noches caballero ¿sería tan amable de darme un cigarrillo?-dijo el cangrejo.

Enz, perplejo de que un cangrejo hablase y encima le estuviesen dirigiendo la palabra se quedó mudo.

-Por Tritón- dijo el cangrejo- parece que tenemos un nuevo caso de "egocentritis aguda con ciertos puntos de creerse un ídolo".

-Disculpa cangrejo inútil pero ¿te estás dirigiendo a mí?

-No hay más personas en esta zona mi respetuoso señor y no creo que haya nadie más amargado que usted en 20 km a la redonda.

-Cangrejo, tus palabras no hacen más que producirme dolor de cabeza, además no soy una persona amargada, más bien todo lo contrario. Soy la persona más feliz de la Tierra. Tengo lo que quiero en todo momento.

-Pero está solo. Dígame, ¿nunca se le ha escapado ningún pez?

-No. Aunque recuerdo al Gran Capitán, el siluro más grande que habita en estas aguas. Estuve a punto de pescarlo si no hubiese sido porque no podía más entre mis piernas y mis brazos.

-Tal vez hubiese necesitado ayuda.

-Puede que un par de manos me hubiesen ayudado.

-En su trabajo ¿no echa de menos entablar una conversación con nadie?

-Hablar supone una falta de producividad para la empresa. Pero me gustaría decir que hacen falta bolsitas de Ketchup en los menús del comedor.

-¿Nunca se ha enamorado de nadie?

- No. Estoy enamorado de mí mismo, soy absolutamente perfecto, un Adonis.

-Mucho me temo que usted se encuentra peor que lo que yo pensaba.- Contestó el cangrejo- Puedo hacrele una serie de sugerencias para que tal vez deje de ver las cosas con ese tono gris y conozca los colores reales del mundo.

Tras un rato de meditación Enz comenzó a dudar sobre si sus principios básicos estaban confusos o no. Él, el ser más perfecto que podía nadie imaginar estaba dudando, ¿y si su trabajo no era todo lo perfecto que él creía? ¿y las personas no eran tan malas? ¿y si el no amar ni a nada ni a nadie era un completo error? De repente, enz rompió a llorar y a dirigirle unas palabras al Cangrejo.

-Oh cangrejo (snif) creo que mi vida es un sinsentido (snif,snif).  Toda mi vida he creído en unos ideales y unos principios erróneos. ¿Qué puedo hacer? ¿cómo puedo cambiar?

-Es un caso intratable aunque tal vez pueda ayudarte de alguna forma. Por cierto puede usted llamarme Sebastián.

Tras todo esto Enz pasará por un período de cura. Esa historia será contada en otro momento.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Esopo y el borrico

 Al buen Esopo díjole un borrico:
"Por quien soy te suplico,
si en algún cuentecillo me introduces,
que pongas, como debes, en mi labio, 
cordura, discreción, lenguaje sabio".
Esopo respondió:
"Yo bien podría fingirte bestia de talento y luces;
pero al ver el solemne desatino,
todo el mundo a uno voz nos llamaría,
el filósofo a tí, y a mí, el pollino".

Es alabar a un necio
locura digna de común desprecio. 



                                                  

domingo, 12 de diciembre de 2010

Duda

  Pienso luego existo (Cogito ergo sum), pero ¿qué pasa los días que no pienso?

miércoles, 1 de diciembre de 2010

st germain